Aprovechando que estamos en estos días navideños donde brotan más que nunca nuestros sentimientos solidarios debemos acordarnos de Haití. Una sociedad que atraviesa una situación desastrosa que roza ya el estado de crisis humanitaria.
Si nos remontamos al 12 de Enero de 2010 a las 16:53 horas cuando tuvo lugar el terrible terremoto que generó unos destrozos y una situación catastrófica en Haití... creo que nos echamos a temblar.
Es cierto, que en un primer momento la sociedad española dio un ejemplo contundente de solidaridad y aportó fondos y recursos que han sido utilizados para paliar daños y atajar problemas urgentes. Pero todas las previsiones se han visto desbordadas, toda organización ha sido colapsada... a lo que se ha sumado un brote de cólera que ha supuesto una nueva situación de alarma humanitaria a la que tenemos y debemos hacer frente, la cual, con los medios que se disponen que actualmente es insuperable, ya que son escasos y necesitamos reforzar y redoblar nuestras ayudas para evitar nuevas víctimas.
Sentimos una especial preocupación hacia la posibilidad real de que existan nuevas pequeñas “víctimas inocentes”, al engrose casi seguro de las filas de ese cada vez más numeroso ejército de “niños de la calle”, verdadera carne de cañón para las mafias de la trata de esclavos, de la prostitución y, por qué no decirlo, del tráfico de órganos. Situación que tenemos que evitar entre todos.
Existen muchos proyectos que se están desarrollando gracias a la aportación de miles de personas solidarias que quieren ayudar a Haití, proyectos dirigidos a proteger a los niños; como:
Poder alimentar a los niños, al menos, 2 veces al día; para construir comedores en los orfanatos; para escolarizar; para construir dispensarios para cuidados de enfermería y comprar de medicamentos para botiquines de urgencia; para perforar y construir pozos para proporcionar agua potable a los orfanatos; para poder formar y contratar a auxiliares de puericultura y cuidadoras; para financiar de forma periódica y puntual asistencia sanitaria (actualmente sólo existe para casos de enfermedad grave; y un largo etc, etc, etc...
Estamos ante una apuesta fuerte y ambiciosa, pero que con el esfuerzo, la generosidad, el compromiso y la solidaridad de todos, es posible. Cada aportación por pequeña que parezca, puede contribuir a devolver la sonrisa y las ganas de soñar a muchos niños huérfanos y desamparados. No podemos simplemente llorar y lamentar lo que ocurre, tenemos que ayudar.
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